38 Al resto de la caballería el rey lo colocó a un lado y otro, en los
flancos del ejército, con la misión de hostigar al enemigo y
proteger las
falanges.
39 Cuando el sol dio sobre los escudos de oro y bronce,
resplandecieron los montes a su fulgor y brillaron como
antorchas
encendidas.
40 Una parte del ejército real se desplegó por las alturas de los
montes, mientras algunos lo hicieron por el llano; y
avanzaban con
seguridad y buen orden.
41 Se estremecían todos los que oían el griterío de aquella
muchedumbre y el estruendo que levantaba al marchar y entrechocar las
armas; era, en efecto, un ejército muy grande y fuerte.
42 Judas y su ejército se adelantaron para entrar en batalla, y
sucumbieron seiscientos hombres del ejército real.
43 Eleazar, llamado Avarán, viendo una de las bestias que iba
protegida de una coraza real y que aventajaba en corpulencia a todas
las
demás, creyó que el rey iba en ella,